Agua y Salud: El papel del agua potable en la lucha contra las enfermedades tropicales
Cuando hablamos de enfermedades tropicales nos referimos a aquellas enfermedades infecciosas que se producen y transmiten en lugares donde el calor y la humedad alcanzan niveles extremos. Así, los países ubicados en los trópicos son los más afectados por este tipo de enfermedades y el agua potable resulta un aliado indiscutible en la lucha contra ellas.
El paludismo, el dengue o la enfermedad del sueño son algunos ejemplos de este tipo de dolencias. Esta lista se ve incrementada por las llamadas enfermedades tropicales desatendidas (EDTs), aquellas que además afectan a poblaciones con alto nivel de pobreza y falta de recursos, como los virus del zhika o el chikungunya
La mayoría de estas enfermedades son parasitarias, es decir, transmitidas por insectos portadores cuyo hábitat cuenta con altas temperaturas y aguas estancadas, aunque otras muchas se propagan por el agua contaminada. Los insectos actúan como vectores transmitiendo de un hombre infectado a un hombre sano los parásitos, bacterias o virus que son los causantes reales de las enfermedades. La malaria, el dengue, la amebiasis, la esquistosomiasis, el cólera y la filariosis son las enfermedades tropicales más comunes.
Aun así existen también enfermedades no parasitarias, algunas transmitidas por bacterias, como la lepra o el tarcoma, o por virus. Las tierras infectadas de agua suponen un caldo de cultivo para algunos tipos de gusano que protagonizan las infecciones por zoonosis, y en otros muchos, la ingestión directa de agua contaminada es la causa directa de infección.
La relación entre acceso deficiente al agua y enfermedades
La relación entre ausencia de agua potable y enfermedad resulta por tanto evidente, y la proliferación de estas enfermedades en lugares con déficit de saneamiento conducen a un gasto extremo en los sistemas de salud que no pueden verse relajados en un ambiente de epidemia infinita.
Cuando hablamos de agua potable no solo nos referimos al agua apta para el consumo, sino al agua descontaminada que nos permite la limpieza e higiene de manos, ropa y superficies. El lavado de manos, de cara o de heridas es imprescindible para luchar contra la ceguera por tracoma, las lombrices intestinales, la infección del sistema linfático por la filariasis linfática, o la infección de mordeduras por rabia.
El protagonismo del agua en el plan de acción de la OMS
En 2015 la OMS publicó el Plan De Acción Para La Eliminación De Las Enfermedades Infecciosas Desatendidas 2016-2022 en el que desarrollaba las pautas para luchar contra dichas enfermedades. El Consejo Ejecutivo, tras su reunión en febrero de 2020 definió la nueva hoja de ruta para las ETD con alcance entre 2021 y 2030, fechas en las que alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los que el agua tiene un papel protagonista. Y es que la OMS quiere poner de acuerdo a todos los actores involucrados en este plan de acción para aumentar la conciencia global sobre los beneficios colaterales de la mejora del acceso al agua, saneamiento e higiene sobre la erradicación de las EDT.
El aspecto económico también cuenta en los planes de acción de cara a la lucha contra las EDT y es que la OMS calcula que por cada dólar invertido en la mejora del agua potable, los gobiernos obtienen 5 dólares de retorno gracias a la disminución de costes médicos y la mejora de la productividad.
Esta nueva hoja de Ruta de la OMS cuenta con cuatro objetivos principales:
- Reducir el 90% de intervenciones médicas por ETD
- Reducir el 75% de años de vida perdidos por discapacidad relacionada con las ETD.
- Conseguir que 100 países del planeta tengan erradicada al menos una ETD
- Luchar para la erradicación global de la dracunculosis y la frambesia.
Para alcanzar estos objetivos la OMS considera fundamental pasar de la teoría a la práctica impulsando proyectos que hagan realidad la mejora de las poblaciones más afectadas por EDT gracias a la mejora del acceso a agua potable.