Una de las bases de la correcta gestión del agua radica en su adecuada reutilización una vez que llega a la fase final del ciclo. En este punto, requiere de un proceso y tratamiento antes de ser devuelta al medio natural en condiciones óptimas que se realiza precisamente en la EDAR: Estación Depuradora de Aguas Residuales. Verter las aguas residuales a los ríos sin realizar el correspondiente tratamiento supone generar un impacto medioambiental con fatales consecuencias. A continuación veremos en qué consiste ese proceso.
Instituciones como la ONU señalan el agua limpia y saneamiento como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de su programa para el Desarrollo. Para cumplir con este objetivo, las plantas depuradoras realizan este trabajo de limpieza y tratamiento de las aguas residuales para poder devolverla a la naturaleza libre de residuos perjudiciales para el medio ambiente.
Son las aguas procedentes de hogares, negocios, industria y agricultura, una vez que se han utilizado para los fines que en cada lugar requieren. Así, el agua desechada de la lavadora en casa, o la utilizada para enfriar las turbinas de una fábrica, se dirige a través de la red de alcantarillado a unos colectores que finalmente terminan en la estación depuradora. Las aguas residuales domésticas contienen contaminantes orgánicos y en suspensión mientras que las aguas residuales industriales pueden añadir además metales pesados e hidrocarburos. De esta forma, estas aguas con sustancias tóxicas de naturaleza inorgánica se ven obligadas a pasar por un tratamiento previo en las propias instalaciones donde se generan antes de pasar a los colectores municipales.
Una vez que las aguas residuales domésticas e industriales pasan al colector, comenzarán las fases de depuración del agua que tienen por objeto eliminar residuos orgánicos como aceites, grasas, arenas y sólidos sedimentables así como químicos tales como amoniaco y fósforo. Además en los últimos pasos se transformarán los residuos retenidos en lodos estables que también serán reutilizados.
En la planta depuradora el agua pasará por cuatro fases bien definidas:
El proceso de tratamiento de aguas residuales como hemos detallado, genera unos fangos que son recogidos a través de las diferentes fases de ese proceso. Esa materia y sus reacciones biológicas son reaprovechadas con diferentes finalidades. Por un lado, al estabilizarse y extraerse, esos fangos producen unos biogases que se utilizan como energía, e incluso como biocombustible para vehículo. Por otro lado, los propios fangos generados se aprovechan como abono orgánico, sustituyendo en muchos casos a los fertilizantes químicos nocivos para el medio ambiente. Finalmente las algas y otros microorganismos que proliferan en el proceso también aprovechan para generar biomasa, entre otros usos.
Este interesante vídeo nos ayuda a entender con detalle este proceso de recogida y tratamiento de aguas residuales así como la gestión posterior de esos residuos.
Así, con el tratamiento del agua que desechamos día a día no solo contribuimos a devolver a la naturaleza ese recurso tan necesario para nuestra vida diaria sino que además llega en unas perfectas condiciones para que pueda contribuir al equilibrio medioambiental que necesitamos.
El agua tratada vuelve al medio natural, pero también se aprovecha en:
Es la mayor Planta de Tratamiento de Aguas Residuales del mundo, que trata todas las aguas del Valle de México destinadas al regadío de 80.000 hectáreas de terreno.
Sus 230 hectáreas de superficie abastecen a toda la ciudad de Chicago y otras áreas y su estación de bombeo de aguas, las eleva desde un sistema de túneles a casi 100 metros de profundidad
La principal planta de aguas residuales del continente asiático con 24 hectáreas de superficie, es la responsable de la depuración de una tercera parte de los residuos que se vierten a diario en las aguas del río Yangtsé.
En resumen, las Estaciones de Tratamiento de Aguas Residuales contribuyen a reducir los residuos generados. El reciclaje del agua residual minimiza el desperdicio, al que conviene contribuir con un uso responsable para que nuestras generaciones futuras puedan seguir contando con los recursos hídricos necesarios para la vida.