La contaminación de los ríos
Somos conscientes de los problemas de contaminación del agua que causan los plásticos que caen al mar. Provienen de diferentes lugares: desechos arrojados en la vía pública, redes de pesca, desperdicios de buques y cargas comerciales…Esos plásticos reducidos a microplásticos, son responsables de la contaminación de los mares y la intoxicación de las especies marinas. Así, cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de esa invasión de plásticos en el mar.
Pero hay un problema de similar envergadura que está comenzando a cobrar protagonismo en la preocupación de científicos y biólogos, y es la contaminación por fármacos en el agua de los ríos de todo el mundo.
Un estudio publicado por PNAS sobre 258 ríos en 104 países del mundo muestra que la presencia de contaminantes farmacológicos representa una verdadera amenaza para la salud ambiental y humana en más de una cuarta parte de los lugares analizados.
La exposición ambiental a ingredientes farmacéuticos activos puede tener efectos negativos en la salud de los ecosistemas y los seres humanos, y además representa una amenaza global para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Tabla de contenidos
Contaminación de ríos por fármacos
El problema de los antibióticos y fármacos vertidos en los ríos es conocido desde hace una década, aunque algunas regiones como Sudamérica y África no se habían estudiado hasta ahora. El estudio mencionado encontró que el sur de Asia y Sudamérica concentran la mayoría de ríos con una alta contaminación por fármacos alrededor del mundo, encabezando la lista de ríos más contaminados en las ciudades de Lahore (Pakistán), La Paz (Bolivia) y Adís Abeba (Etiopía). En el caso de Europa, el río más contaminado es el Río Manzanares mientras que, en Estados Unidos, la ciudad sureña de Dallas posee las aguas fluviales más contaminadas del país.
Respecto a las sustancias que más se encuentran en las aguas fluviales estudiadas, los anticonvulsivos, antidiabéticos y cafeína son algunos de los protagonistas de esta contaminación.
¿Cómo llegan los fármacos al agua de los ríos?
El vertido de fármacos a las aguas es en parte inevitable, ya que es una consecuencia de nuestro propio consumo. Nuestros riñones trabajan para excretar las sustancias “inservibles” de nuestro organismo. Existen estudios que indican que hasta el 90% del medicamento que tomamos se expulsa intacto con la orina.
Pero no solo los humanos somos responsables de estos hechos; animales de granja, vertidos industriales o fármacos tirados a la basura, también aumentan los niveles farmacológicos de las aguas.
Damiá Barceló, integrante del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y director del Instituto Catalán de Investigaciones del Agua (ICRA), señala que “cerca del 20% de los ciudadanos europeos todavía tira medicamentos al inodoro, en lugar de llevarlos a las farmacias o a los puntos de recogidas de medicamentos caducados”.
Antibióticos y otras medicinas.
El hallazgo de antibióticos en ríos ya era un problema conocido años atrás aunque en este caso, los científicos determinaron que en más del 19% de las regiones analizadas la presencia de estos fármacos era tan alta que podía estimular el desarrollo de bacterias resistentes. Estas bacterias están consideradas por la OMS como una de las principales amenazas contra la salud pública, y que es reconocida como una “pandemia silenciosa” que causó más de un millón de muertes en el mundo en 2019.
Porque evidentemente las aguas que consumimos están sometidas a tratamientos de purificación y potabilización que se encargan de anular la incidencia de esos tóxicos, pero debemos pensar en las especies que viven en esas aguas y que son el indicativo más realista sobre el nivel de salubridad de éstas. Por ejemplo, algas y peces se enfrentan sin remedio a la existencia de esos altos niveles de toxinas perjudiciales para su existencia.
En el caso de los antidepresivos, algunos estudios determinan que los animales marinos pueden llegar a sufrir un deterioro en su salud por la ingesta de estos medicamentos. Giovanni Polverino, ecologista evolutivo de la Universidad de Australia Occidental manifestó recientemente que «los efectos colaterales de los contaminantes psicoactivos en la vida silvestre son cada vez más preocupantes. Los fármacos psicoactivos se dirigen a los receptores del cerebro humano que se conservan evolutivamente en todo el reino animal; por lo que quizás no sea sorprendente que puedan afectar a especies no objetivo». Es decir, que la ingesta de antidepresivos por estas especies puede afectar a su capacidad de socializar, alterar sus patrones de alimentación, rutas migratorias e incluso su apareamiento. Una investigación publicada en 2021 también reveló que los cangrejos de río expuestos a los antidepresivos presentes en las aguas fluviales se convierten en seres mucho más agresivos, se esconden mucho menos y por tanto son más vulnerables frente a sus depredadores. Esto ciertamente incide en la cadena alimentaria y en el ciclo de la vida.
Pero, ¿afecta esto al agua que bebemos?
Las Estaciones o Plantas Depuradoras de Agua Potable (EDAR o PTAR), disponen de medios para retirar de las aguas los distintos contaminantes que puedan contener. Para ello, como ya hemos comentado en blogs anteriores, disponen de numerosas “piscinas” por las que va pasando el agua, y en cada una de ellas se va retirando un contaminante al reaccionar con alguna sustancia química que la planta vierte en ella. Sin embargo, la enorme cantidad de contaminantes procedentes de los medicamentos, o contaminantes emergentes (como son denominados en algunos medios) hace muy difícil o casi imposible encontrar reactivos que los eliminen por completo del agua que bebemos.
De esta forma, diversos estudios afirman que las aguas que llegan a los grifos de nuestras casas contienen ciertas cantidades de contaminantes emergentes o medicamentos que no han podido ser eliminados en las estaciones de tratamiento, y que son perjudiciales para la salud. Y esta circunstancia, por lo que se indica, podría ser aún más grave en el futuro.
Sin embargo, el agua obtenida de los generadores atmosféricos Rain of Life es imposible que puedan contener ninguno de estos contaminantes emergentes. Por esta razón, además de muchas otras, es recomendable su consumo para beber y cocinar.